Amigos lectores:
I.
Hasta donde recuerdo, en septiembre de 2023, el nombre del poeta y cineasta George Galo apareció por primera vez en el Papel Literario. Entonces Luis Pérez-Oramas presentó su Teatro para ser cantado (Kálathos Ediciones, España, 2022), volumen singularísimo: “Teatro para ser cantado consiste en tres piezas versificadas libremente, con sus respectivas didascalias y Dramatis Personae, organizado como una trilogía sinfónica de libretos que ya fueron, en su mayoría, acompañados de música –compuesta por Felipe Hoyos-González– y cantados en escena: Melpómene se estrenó el año 2017 en Bogotá, Disparatismo o cómo acabar con el arte en 2019 durante el M4 Music Theatre festival de Maastricht, y La superstición de la paloma, que debía ser llevada a escena en 2020, aún espera por su estreno”.
II.
Ahora, Galo ha publicado Dolor que respeta el sueño (Editorial Escarabajo, Colombia, 2025). Lo presenta Luis Miguel Isava: “He hablado de una vida porque este largo poema, a la vez complejo y entrañable, mantiene una irrenunciable fidelidad a la pluralidad irreductible de las experiencias, lo que en ningún caso puede pensarse como simple hermetismo. Pero a la vez, puesto que el texto nos ofrece insistentes datos de una existencia particular, concreta, no es posible sustraerse a la impresión de estar frente a una vida que reclama ser dicha y que encuentra en esta escritura alternativa su verdadera epifanía”. El ensayo de Isava se titula La autobiografía como eidoscopio o “el barroco óvalo del yo” y viene en la página 1.
III.
Mínimos, poemario de Adalber Salas Hernández, apareció en 2018, publicado por Amagord Ediciones (Madrid). Recientemente, Alliteration Publishing (Mianmi), ha puesto en circulación una edición bilingüe, traducida al inglés por Robin Myers. Lo tengo como un libro radiante: de cada uno de sus breves poemas se levantan resonancias de distinto carácter. Este poema, de solo cinco versos, es capaz de dejarnos suspendidos en su penetrante sugestión (“una mosca/ en un aeropuerto/ es la forma/ más sutil/ de la ironía”); o este de tres, que con tan poco alcanza a envolvernos en sus cualidades aforísticas: “la distancia /es una forma/ de la tristeza”. La página 2 trae un corto comentario de Alejandro Sebastiani Verlezza, más una selección de radiantes.
IV.
Poeta y refinado crítico, Samuel González-Seijas escribe sobre “No basta el llanto”, poema de Verónica Jaffé, perteneciente a su libro De la metáfora, fluida, publicado en 2019 (Visor Libros, Fundación para la Cultura Urbana): “De seguidas, el poema pone otra pregunta, sola, suficiente, íngrima: “¿Llorar?”. Y esta pregunta quiere como anunciar en lejanía, en una actitud ya sin fuerzas, otra salida a la pregunta abierta antes, en la estrofa previa. Sin desarrollo, insiste con énfasis en apelar a un otro que está escuchando-leyendo esta requisitoria”. Además del texto de González-Seijas, vienen X poemas del mencionado libro. Página 3.
V.
Cinco libros (Balada, de 1993; Tatuaje, del 2000; Boulevard, del 2002; El amor tóxico, de 2005; y Métodos de la lluvia, de 2011), reúne el volumen La difícil belleza de las esquinas, publicado por la Editorial Pre-Textos, España, 2025. Hice una selección de poemas en prosa, que vienen en la página 4. Copio uno a continuación:
A una ciudad sólo la conoce quien la ha caminado. Cada calle demanda una aventura nativa y ancestral en el humano: descubrir, conquistar y, por supuesto, colonizar. Cada vía tiene su ensamblaje de sombras, su hora de alba, su catálogo de sonidos. Caminar una calle supone varios aprendizajes. Exige disciplina y furia.
Disciplina en la malicia del paso. Furia para sobrevivir. Se debe acceder a ella como por asalto. Llenarse de su propia voracidad.
Emboscarla.
VI.
Voces del cuerpo (Editorial Eclepsidra, 2023) es el séptimo titulo de poesía publicado por Maguy Blancofombona quien, además de poeta es ensayista y profesora Universitaria. Dice el poema XXIII.
Por qué mi cuerpo me replica
por qué no logro convencerlo
que me siga
Una parte muy suya se ha hecho rebelde
no sé si esperar a que razone
a veces regresa cabizbajo
y se echa a mi lado
sin mencionar palabra
¿Qué nos ocurre cuerpo?
VII.
La página 6 trae:
-En la parte superior, en Malena, Gabriel Payares recuerda a Malena Coehlo, viuda del poeta Juan Sánchez Peláez. Escribe en el homenaje: “De Malena me sorprendieron su elegancia sureña y su tonada al mismo tiempo extranjera y local, uno de esos híbridos que sólo el tiempo sabe fraguar. Porque ella era porteña, pero también venezolana, y su corazón latía a un ritmo intermedio que yo también empiezo a entender, luego de una década en Buenos Aires. Pues fue en esta ciudad y no en Caracas donde alcancé a disfrutar su compañía, su cálida inteligencia, su amor por Wagner y por el béisbol de Grandes Ligas”.
-Abajo, Keila Vall de la Ville escribe sobre Alfabeto, libro de la poeta, narradora y ensayista Inger Christensen (Dinamarca, 1935-2009): “Para Christensen, el lenguaje es directa emanación de la naturaleza. Y la naturaleza lo abarca todo, quizá también la estupidez. Un eco llama a seguir otra circunvolución. En Condition of Secrecy, colección de ensayos publicados entre 1966 y 1990, la autora advierte:“Escribir poemas es tanto como un milagro misterioso. No es que exista nada místico o ceremonial en ello. Ni nada religioso. Es un milagro neutro, por así decirlo, concedido de antemano, porque en el proceso de escribir necesitamos utilizar el lenguaje en toda su indisoluble conexión con la realidad. Es esa conexión con la realidad lo que es un milagro misterioso. Y es allí que debe entrar la poesía”.
VIII.
Celso Medina nos devuelve al poeta sucrense Cruz Salmerón-Acosta (1892-1929): “Diríamos que CSA fue un poeta con una sólida formación, probablemente iniciada en Cumaná. Salmerón comparte con su generación poética lo que Gustavo Luis Carrera denomina la «impronta cumanesa«, forjada en la escuela del maestro Silverio González, de donde egresó una importante generación de escritores. Sin embargo, su formación también pudo haberse nutrido del contacto con los autores caraqueños de principios del siglo XX, especialmente aquellos cercanos a la Generación de 1918, que se hermanó fructíferamente con los pintores del Círculo de Bellas Artes para generar una visión más vívida del paisaje venezolano”. Página 7.
IX.
He reservado las últimas 4 páginas -7 a la 11-, para desplegar el dossier coordinado por Corina Yoris-Villasana, en homenaje a ese hombre de bien que fue Alfredo Coronil Hartmann (1943-2025). En lo esencial -así me lo parece- fue un poeta, pero también abogado, ensayista, político, diplomático, parlamentario, biógrafo, Individuo de Número de la Academia de la Lengua, Doctor en Administración Pública, profesor universitario y tantísimas cosas más. Sostengo que, al contrario de lo que podría pensarse a priori, la diversidad de oficios y especialidades que ejerció en vida, han conspirado para que su sólida producción poética no haya recibido la atención merecida de lectores y críticos. Quiero insistir: Alfredo Coronil Hartmann no fue un aventajado que, entre otros quehaceres, publicaba libros de poesía. Fue, repito, un poeta de ricas búsquedas.
X.
Escriben:
–Corina Yoris-Villasana, Una amistad más larga que la memoria: “Él, hijastro de Rómulo Betancourt; yo, hija de uno de los más allegados y fieles amigos del General Isaías Medina Angarita, expresidente del país. Este vínculo no solo simboliza un lazo personal, sino además la esencia de esa Venezuela por la que Alfredo consagró su vida: una patria donde las discrepancias ideológicas nunca anulen el respeto, los afectos ni las amistades auténticas”.
–Alexis Romero, Cuando el poema es alusión, no expresión: “Leer sus poemas es encontrarnos y reencontrarnos con las herencias griegas y romanas, en la medida que permiten ser conductos de iluminación y crítica de la realidad; herramientas lingüísticas que permiten pensar, reflexionar, comprender y estremecer el letargo y la pasividad de lo actual. Fue un poeta cuya poesía nos exigía, exige y exigirá discernir e intuir horizontes contrarios a los de la indiferencia y el silencio”.
–Cardenal Baltazar Porras Cardozo, In memorian. Alfredo Coronil Hartamann: “Su trayectoria de hombre público, de catedrático de derecho romano y administrativo y de posgrado en el doctorado en ciencias sociales de la Universidad Central de Venezuela dan fe del dominio de estas ciencias y de la experiencia que fue acumulando a lo largo de su vida. Su trayectoria política como adeco y el ejercicio diplomático en diversos países le dieron una visión amplia y acogedora a personas de distintas toldas políticas y académicas”.
–Carlos Blanco, Alfredo Coronil Hartmann: política y poder: “La admiración por Betancourt se convirtió en una poderosa referencia que generó la paradoja de unos jovencísimos individuos tuvieran una adhesión afectiva y también política a la llamada “vieja guardia” de AD que gravitaba alrededor del líder. En este vibrante período fundamos el “comité 13 de febrero” de AD (el 13 de febrero de 1959 Rómulo había tomado posesión de la presidencia de Venezuela), en la urbanización La California, en la casa de Blanquita Canache, muy cerca de donde vivían Alfredo, su mamá, y sus abuelos maternos. Quien esto escribe vivía en la misma calle”.
–Horacio Biord Castillo, La visión del poeta inicial: “al incorporarse como individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua en junio de 2025 reafirmó esa idea al exponer que nunca imaginó que ingresaría a la Academia de la Lengua sino más bien a la Academia de la Historia en virtud de sus intereses por el estudio de los vericuetos del pasado venezolano, de muchos de los cuales fue testigo directo o privilegiadamente indirecto”.
–Robert Gilles, El camino a Ítaca: “Una mente preclara y superior. Una memoria milimétrica, donde el tiempo no hizo herida alguna ni aun al final. La Academia Venezolana de la Lengua lo incorporó con toda justicia como individuo de número en su amada Ítaca. Había llegado allí por Rosa de espadas, su primer poemario, como bien dijo, y durante varias semanas preparó el discurso y lo pronunció ante un reducido grupo de amigos”.
XI.
Cierro la edición con los versos finales -tercera estrofa- del poema XVII de Los poemas de Ítaca: “(…) Quién cree en oráculos/ después de tanta sangre/ tanta ilusión vendida/ tanto estertor/ el alma casi ida de regreso a Troya,/ esa ciudad/ que todos escondemos en el fondo del pecho/ de la que huimos/ despavoridos/ como de una hecatombe/ para volver siempre/ buscando/ ese tormento/ que/ nos mantiene vivos”.
XII.
Seguimos, apreciados lectores.
Nelson Rivera.